Este inmenso anfiteatro, cuyas imponentes ruinas dan una idea de su antiguo esplendor, fue comenzado por Vespasiano en el año 72 d.C. y terminado en el 80 por su hijo Tito.
En su construcción se emplearon prisioneros judíos. Su verdadero nombre es Anfiteatro Flavio, pero es más conocido, quizá por su proximidad al Coloso de Nerón.
No hay una sola página de la historia de Roma que no esté íntima o remotamente ligada al Coliseo. A lo largo de los siglos, el Coliseo se ha convertido en el símbolo de la «ciudad eterna».
El Coliseo era el equivalente de un gigantesco estadio en nuestra época, aunque el tipo de espectáculo que se ofrecía era de un tipo completamente distinto. A los romanos les encantaban los juegos circenses (ludi circenses), creados sin duda hacia el final de la República con el objetivo de excitar y alimentar un espíritu guerrero y un sentimiento de omnipotencia frente al mundo.
Así surgieron los gladiadores que probablemente conoces. Como se muestra en la famosa película Gladiator, los luchadores estaban entrenados y morían si eran derrotados, mientras bestias salvajes y feroces de todo tipo les atacaban.
Con capacidad para entre 50.000 y 75.000 espectadores, en este lugar de entretenimiento se celebraban venationes (luchas de animales salvajes), munera (luchas de gladiadores) y otros espectáculos públicos como ejecuciones de criminales condenados, recreaciones de batallas famosas y dramas basados en la mitología romana.
Hoy en día, el Coliseo es una de las principales atracciones turísticas de Roma, con millones de turistas que pagan entradas cada año para visitar la arena cubierta. En 2001 se inauguró un museo dedicado a Eros en la planta superior del edificio. Ese mismo año se reconstruyó parte del suelo de la arena. El Coliseo también ha sido escenario de ceremonias católicas desde el siglo XX. Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II inauguró una nueva forma de procesión del Vía Crucis que tiene lugar cada Viernes Santo.
Variaciones de temperatura y humedad, terremotos, aguaceros, contaminación urbana que corroe la piedra, masificación… El Coliseo es un gigante enfermo. Cada año, el gobierno italiano destina 500.000 euros a renovar las partes más urgentes. Pero esto no basta para obras más ambiciosas. Con casi 5 millones de visitantes al año (lo que lo convierte en el monumento más visitado de Italia) y sólo el 35% del monumento accesible al público en 2010, el Coliseo prosigue sus obras de restauración para evitar atascos.
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¡¡¡BUEN PLAN!!!
Aquí te he mostrado las distintas entradas individuales, pero también puedes optar por los Pases Urbanos, de los que hay varios.
Para ahorrar tiempo, puedes optar por el Roma City pass (o Tarjeta Turística de Roma). Este pase incluye el Coliseo, los Museos Vaticanos, la Basílica de San Pedro y audioguías muy prácticas en forma de aplicaciones para móvil.
Horarios:
Duración de la visita al Coliseo:
Dedica al menos 2 horas a tu visita para apreciar plenamente este monumento excepcional.
Cómo llegar al Coliseo: